Presentamos “Science of the City”, un proyecto innovador de divulgación científica diseñado para experimentar nuevas fórmulas de participación ciudadana en cuestiones de ciencia y tecnología, activando la creatividad y despertando la curiosidad del individuo por toda aquella ciencia oculta que invade nuestra vida cotidiana.

“Science of the City” nace de una idea muy sencilla: “los principios de la ciencia y la tecnología no solo están en los libros y en los laboratorios sino a pie de calle: en espejos, semáforos, automóviles, árboles, bicicletas, trenes, fuentes…” Así pues, “Science of the City” es un proyecto expositivo que empieza con un concurso de vídeos y propone hacer de cada ciudadano un comunicador científico que, en un vídeo de dos minutos, muestre la ciencia oculta en su ciudad, haga un experimento o proponga una pregunta. El certamen premiará en breve los mejores vídeos y todos formarán parte de un proyecto de investigación abierto a científicos y artistas, cuyo resultado se expondrá en el Centre d’Arts Santa Mònica de Barcelona.

Hablamos con sus responsables, Irene Lapuente y Ramón Sangüesa, para conocer en detalle este innovador proyecto de divulgación científica:

P: Contarnos como nace la idea de poner en marcha este proyecto.

R: El proyecto surge como continuación de nuestra línea de experimentación en el diseño de procesos participativos en el ámbito de la cultura; y, no olvidemos, como nos recuerda Adam Bly, fundador de la revista SEED, que “la ciencia es cultura”.
Para nosotros la comunicación de la cultura pasa por ampliar las estrategias actuales centradas en el marketing cultural o la comunicación unidireccional originada en las instituciones habituales: museos, centros culturales, centros de arte, centros tecnológicos, museos de ciencia, centros de investigación, etc.Creemos firmemente en el valor de comunicar haciendo y que el agente que construya el mensaje sea el “antes llamado público”, solo o en colaboración, junto con los creadores culturales y los comunicadores de la ciencia y la tecnología. En el construir surge el cuestionamiento, la proyección y la interconexión con otros temas y personas. También la resonancia emotiva con los intereses de los participantes. La acción constructiva nos involucra más allá de la percepción racional y nos sacude. Es así como no sólo se “comunican” sino que se “apropian” las actitudes y preguntas propias de cada área cultural y/o científica.
Nuestra aproximación procede de la mezcla de los métodos de la cultura de diseño participativo, la tecnología colaborativa y la complejidad. Creamos situaciones y procesos que llevan a involucrar en mayor o menor grado a las personas pero que, en cualquier caso, no tienen una dinámica cerrada sino abierta y emergente de creación conjunta. En este proceso todos los actores aprenden, no sólo el “antes llamado público”.
La riqueza de la aproximación está en el entrecruzamiento de modos de comunicar y aprender en diversos formatos, desde la creación de objetos físicos a contenidos digitales o la propuesta de experimentos. La participación se crea a partir de la contribución del público pero el público puede, según el proyecto, redirigir el proceso. Al mismo tiempo la contribución puede ser desde aportar una idea expresada en texto o de viva voz a crear un objeto tridimensional para ilustrar un concepto. Y esto en la interferencia continúa entre el mundo presencial, vía talleres dentro de un proyecto, y virtual a través de plataformas 2.0.
Finalmente, creemos que la hibridación de aproximaciones artísticas, de diseño, tecnológicas y científicas permiten acercarse e involucrar a muy distintos tipos de público. Cada uno encuentra una puerta de entrada diferente al proceso, algo que resuene y le haga dar el paso de participar. La cultura actual es de hibridación y colaboración. El público, los científicos, los diseñadores, los tecnólogos pueden aprender los unos de los otros y salir con nuevas preguntas de nuestros proyectos. Los antecedentes más directos son los proyectos que hemos llevado en paralelo y en colaboración con el trabajo en creación participativa de exposiciones con el Tech Museum de California y que pueden consultar aquí. Además, como todos nuestros proyectos está documentado día a día en este blog: Co-Creating-Cultures.
A su vez, consideramos que es muy importante la investigación sobre los procesos participativos que llevamos adelante y nuestra aproximación es de diseño. Por ello, cuando queremos investigar alguna dimensión creamos un proyecto para comprobar nuestra hipótesis de trabajo y aprender más.
“Science of the City” por una parte explora el hecho de que todos sabemos encontrar ciencia en nuestro entorno más cercano; por otra juega con el cambio de punto de partida en la creación de ideas. En “De la contemplación a la participación y más allá”, el predecesor más directo de “Science of the City”, el punto de partida era el trabajo con materiales “low tech” para que los usuarios tuvieran ideas para crear una exposición sobre Internet que luego se trabaja en “high tech” en entornos virtuales en todo el mundo a través de los mundos virtuales que cedía el Tech Museum de California. Es decir, pasamos de lo físico a lo digital.
En “Science of the City” empezamos por lo digital, a partir de los vídeos compartidos en un plataforma digital colaborativa. Estos videos son material de inspiración para otros usuarios, tanto para otros creadores de vídeos del propio concurso como para los artistas que realizarán la exposición en el Centre d’Arts Santa Mònica a partir de estos vídeos. Todo el proceso queda documentado para ver qué conceptos utiliza el público y cómo lo interpretan los artistas. Puede que sean interesantes para los museos y centros participantes. Deben esforzarse por escuchar y entender qué dice el público a partir de sus vídeos. El otro punto que explora “Science of the City” es la traducción entre conceptos científicos y artísticos, las barreras de lenguaje y los puentes de conexión entre ambos.

P: Con qué organizaciones contáis para impulsar el proyecto y qué aportan en este trabajo en red.

R: El proyecto está impulsado por La Mandarina de Newton que es una empresa de comunicación científica, que explora la ciencia en un sentido muy amplio; y es a partir de esta empresa que se crea una pequeña red de instituciones colaboradoras.
El partenariado más activo corresponde al Tech Museum de California que aporta su plataforma colaborativa, y al Centre d’Arts Santa Mònica en Barcelona, que da soporte y espacio a la creación de la exposición. Luego hay otros centros y actores que en esta primera fase dan visibilidad al proyecto como la Academia de Ciencias de París, la Asociación Paris-Montagne, el Observatori de Comunicació Científica de la Universitat Pompeu Fabra, Tercer Milenio del Heraldo de Aragón, Liberty science Center, el NY Hall of Science, la NY Academy of Science, l’Associació Catalana de Comunicació Científica y el Singapore Science Center. También algunos de ellos acogen talleres presenciales de ideación de vídeos científicos.

P: Cuáles son los principales retos y objetivos que os marcáis para abordar el proyecto.

R: El principal objetivo es mostrar que la ciencia está en todas partes y que todos podemos intentar captarla. Por ello, hemos escogido la ciudad como un ámbito a ofrecer a nuestros participantes como su zona de juego y exploración. También mostrar que el proceso científico puede incorporarse en actividades creativas y que la comunicación en nuevos formatos es muy importante. De hecho, nosotros creemos que la ciencia es más una actitud que un conjunto de contenidos. Por eso, por ejemplo, conjuntamente con la de preguntas y descubrimientos hemos remarcado la categoría “experimento en la ciudad”: los participantes tienen que plantearse qué quieren demostrar y cómo crear un experimento en la ciudad. Y luego comunicarlo en dos minutos.
Algunos ejemplos de las tres categorías del concurso de vídeos son:

  • Hallazgo: «Fósiles urbanos».
  • Experimento: «Newton’s First Law».
  • Pregunta: «Why the sky is sometimes blue and sometimes red?».

La insistencia en trabajar con formatos audiovisuales no sólo se justifica por la proximidad y naturalidad con que se expresan ciertas capas de la población con la materia digital sino que ya comienza a ser un formato de comunicación de resultados de experimentación entre la propia profesión científica. Es muy interesante al respecto, por ejemplo, el Journal of Visualized Experiments , que quiere convertirse en una forma de publicación científica tan respetable como las revistas científicas habituales, centradas en el formato “texto”.

Como retos, nos interesa especialmente saber dar con los conceptos y visiones de la ciencia que maneja el público en un entorno tan rico y próximo. Realizaremos un análisis de discurso con ayuda de software de inteligencia artificial que compartimos con la Universidad de California en Santa Cruz: se trata de analizar el audio y el vídeo para extraer toda la panoplia de conceptos que están sumergidos en cada vídeo. El conjunto es una base de datos que puede ser inspiración complementaria para los artistas visuales y plásticos que realizarán la exposición en Santa Mònica. En este sentido será un proyecto de “Data Art” , arte de los datos o partir de los datos: los datos serán los propios vídeos y la base de datos de conceptos y relaciones extraídos de ellos.

Para esta primera edición de “Science of the City” nos interesa sobre todo este aspecto de qué tipo de conceptos manejan el público y cómo se los representan y los presentan a los demás. No estamos interesados en obtener grandes volúmenes de datos sino contenido suficiente para reflexionar conjuntamente con científicos, gestores culturales y artistas sobre estas conceptualizaciones de qué es ciencia, qué es un descubrimiento, qué es un experimento.

P: A quién va destinado esta iniciativa y quién puede participar en este concurso.

R: La fase de concurso de vídeos está abierta a cualquier persona que quiera participar. El plazo finalizó el pasado 30 de junio, excepto los vídeos que estén expresados en francés cuyo plazo estará abierto hasta el próximo 19 de julio. En esta fecha coincidiendo con el Festival de la Ciencia en París, se escogerán los mejores vídeos en francés.
Para participar, basta con editar el video, subirlo a Youtube y luego enlazarlo desde la plataforma Tech Virtual del Tech Museum. Aquí podéis conocer más detalles sobre el concurso y cómo participar: Concurso de vídeos.

P: Hemos hablado de las oportunidades que presenta el formato audiovisual para explorar nuevas formas de comunicación y divulgación participativa de la ciencia y la tecnología, ¿por qué recomendar su utilización a otros profesionales y divulgadores científicos?.

R: Para los nativos digitales es un formato muy natural: están inmersos en la cultura audiovisual. Pero no sólo ellos: los que se mueven entre los cuarenta y los cincuenta ya son de una cultura plenamente basada en la imagen a través del cine y la televisión. Por otra parte, como hemos dicho, los propios científicos están caminando hacia este tipo de formatos para explicar su trabajo ya sea en divulgación o en su vida profesional. Y por supuesto, la deriva hacia lo visual se está afirmando en Internet también.
La principal dificultad es más de tiempo que de otra cosa. Editar un vídeo exige dedicación. Para los profesionales es un medio muy rico para buscar nueva expresividad y conectar con la rutina de acceso a la información del público: cada vez más personas tienen como acción a la que dedican más tiempo el acceso a plataformas como YouTube, incluso por delante de la búsqueda hipertextual que puede ofrecer Google, por ejemplo. Hay que llegar al público donde está.

P: De todos los vídeos recibidos hasta la fecha, qué reflexiones y curiosidades os despiertan.

R: En iniciativas abiertas y participativas lo que más le sorprende a uno es el resultado, seguro bien diferente a lo que se tuvo en mente en un primer momento… Lo que sí podemos decir es que nos reafirman en lo que ya sabemos de otros procesos participativos en el entorno de la cultura científica y tecnológica: el público es extraordinariamente creativo y plantea preguntas interesantes. Quiere saber. A la que tiene oportunidad quiere no sólo escuchar, sino hacer.
En términos de temas y contenidos hay de todo, desde propuestas de nuevas energías, a presentaciones originales de principios científicos, hasta propuesta de renovación de las ciudades. Y, desde luego, que hay bastantes más personas de los que nos creemos y ellas mismas creen tienen mirada científica aún que hablen “ciencia en prosa”.
Una de nuestras comprobaciones más emotivas fue durante el taller que realizamos para jóvenes en el Centro Penitenciario de Jóvenes, cerca de Granollers en Barcelona. La respuesta por parte de los internos fue muy positiva. Nos alegró mucho ver que ellos estaban muy interesados en saber más sobre temas científicos, y que de hecho consideraban la ciencia como algo que estaba presente en sus vidas. Sus respuestas a qué es la ciencia o dónde podemos encontrarla fueron muy alentadoras. Aquí podéis ver un vídeo sobre la experiencia:

P: Como profesionales de la divulgación y comunicación social de la ciencia y la tecnología qué conclusiones, lecciones aprendidas y reflexiones extraen de esta singular experiencia, que combina la apuesta por nuevos modelos de comunicación basados en la participación, la tecnología y, de alguna manera, el procomún.

R: Pues, principalmente, existe una gran necesidad de aumentar el repertorio de herramientas, de procesos y formas de hacer de los profesionales de la comunicación y la divulgación científica.
Hay que ir más allá de la visión “educativa” o “marquetiniana” que se ha manejado desde las instituciones de ciencia. Es posible y preciso crear un auténtico repositorio de conocimiento y acción a partir de la comunidad que, si se sabe, se puede congregar en torno un tema o un ámbito científico. Superar el “modelo del déficit” desde luego, pero también, superar la visión del 2.0 como otro canal más, y la de una comunidad como algo que se puede gestionar sin más.
Como nos comentaba Bernard Schiele de la Universidad de Montreal, “es preciso comunicar sabiendo entrecruzar saberes distintos” entre el público y los expertos, “Hay muchos expertos” nos dijo. Y hay que saber comunicar para escuchar, no sólo para lanzar un mensaje y “atraer” al público sino para entenderlo y trabajar con él. No todos los profesionales de la comunicación tienen formación en este campo. Tampoco todos los profesionales habitualmente en plantilla en los centros de divulgación de la cultura. Hacer crecer un grupo humano donde antes se buscaba crear público, incrementar visitas o compartir experiencias educativas es complicado.
Lo que está claro y hemos comprobado es que estos procesos participativos, si se saben diseñar y llevar bien, aumentan la identificación del público con las instituciones que los promueven; por ejemplo, si has participado en el diseño de una exposición, es “tu” exposición y más “tu” museo. Esto introduce también en el proceso el concepto del patrimonio común (el llamado procomún) en torno al proyecto pero también de la institución o el grupo que lo promueve. Hay mucho que hablar aquí y no tenemos mucho espacio pero es un componente crítico que hay que respetar.
Hablamos del museo y de la exposición porque es una institución y un formato que van muy ligados y que son útiles para contrastar las nuevas dinámicas. Podríamos hablar también de centros y grupos sin espacio identificador o, al menos, fuera de estas instituciones clásicas. Por el camino surgen nuevos perfiles o nuevas habilidades para los perfiles clásicos. Los comisarios, los comunicadores, los diseñadores de exposiciones, van cambiando su papel. Cuando quieren hacerlo, claro está.
Nuestra experiencia es que hay dificultades para entender estos cambios tanto a nivel de profesionales individuales como de instituciones. Precisamente abrimos procesos de investigación y prueba para poder luego compartir los resultados con los profesionales del sector.
Este año en septiembre, como el anterior, celebraremos en el CCCB los talleres de prácticas colaborativas para el sector cultural y, no lo olvidemos, siempre consideramos que en este sector está la ciencia. Allí compartimos las dificultades y métodos para diseñar procesos de participación. Es un proceso lento pero que nos apasiona.
También nos ha ilusionado especialmente, por lo que representa de reconocimiento profesional, el taller que nos ha pedido la Asociación Americana de Museos para Octubre donde trabajaremos con los cien mejores profesionales mostrando nuestros métodos junto con otros tres “investigadores”, especializados en creatividad e innovación, como Alex Mayhew, el creador de proyectos transmedia con Peter Gabriel, entre otros.

P: Qué nos deparará el futuro, ¿tenéis ya en diseño nuevas iniciativas participativas de comunicación y divulgación científica?.

R: El reto principal es realizar un buen y correcto análisis de cómo se ha desarrollado el proceso y entender qué nos han dicho los participantes (también los artistas de la segunda fase del proyecto). Queremos utilizar lo aprendido tanto en nuevas ediciones de “Science of the City” como en otros proyectos participativos.
En este sentido, queremos experimentar aún más con la secuenciación y conexión de procesos que requieren la participación cara a cara en un espacio y momento concreto con la interacción y construcción virtual. Ya tenemos estabilizados unos cuantos métodos así como su traducción virtual a presencial y viceversa pero hemos detectado nuevas oportunidades que queremos volver a probar.
Además, estamos contentos porque nos han concedido una ayuda de la FECYT para dar soporte al proyecto. Creemos que el reto principal es dar estabilidad al proyecto y hacerlo crecer. Esto pasa para compartir el esfuerzo de financiación que ahora realiza principalmente La Mandarina de Newton y en ello estamos.

Más información: Science of the City

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